La carrera de Felipe Cusicanqui se ha destacado por una prolífica producción de obra pictórica que explora los cruces entre la pintura y el volumen. Su obra se mueve en el universo de géneros tradicionalmente tratados en la pintura -como lo son el paisaje, naturalezas muertas o bodegones- pero los enfrenta desde las posibilidades del soporte: En su primera muestra en la galería, Cusicanqui pintó sobre cartón; En la segunda, lo hizo sobre retazos de tela y arpillera; luego usó materiales descartados y recolectados (posters, callejeros, cajones de frutas, mapas y arena) y pintó sobre ellos. En ésta, su cuarta muestra en la galería, el artista vuelve al más tradicional de los soportes para la pintura, la tela en su bastidor, pero lo hace desde tres nuevas operaciones: rasgar, multiplicar y superponer. Así, por cada una de las 13 imágenes de narcisos amarillos, Cusicanqui usa tres capas de tela superpuestas y trabajadas independientemente. De ahí el nombre de la muestra: Narciso Narciso Narciso.
En sus propias palabras: “Busco que a la gente le de ganas de tocar las obras, que se inmiscuya en ellas, se entretengan descubriendo cosas, que se pregunten el por qué de las flores, el por qué del color amarillo, la razón por qué están pintadas de tal o cual modo, el gesto, la violencia del gesto y los cortes. En fin, todas aquellas reflexiones y experiencias que mantuve yo mismo al momento de crearlas y que continúan una vez terminadas. Por sobre todo invito al espectador a vivir un momento de contemplación.”
Sobre el proceso creativo, el artista dice: “La elección del modelo, el tema y los materiales fueron uniéndose de manera sincrónica, es por eso que las obras las vinculo por sobre todo al misterio de la creación artística. De alguna forma son autorretratos frente a un espejo de narcisos, es una mirada a lo clásico en todo lo que esta palabra encierra dentro de la cultura occidental.”